Indicators on viera vidente You Should Know

La experiencia se transmutó­ en sangre de su sangre, en gesto y mirada anónimos­ imposibles de separar de su ser. “Sólo entonces –admite el poeta– puede acontecer que en una hora muy singular se alce de las profundidades y se exprese, la primera palabra de un verso”.

Baudelaire, el gran perseguidor de sueños, siempre a la búsqueda de lo absoluto, fue uno de aquellos seres castigados en su grandeza por haber pretendido conocer la verdad a cualquier precio. Recordemos aquí las palabras que el propio poeta escribió refiriéndose a Poe, otro de los cortesanos oscuros de las ciencias ocultas, encadenado a la ley lethal que lleva a la degradación a cierta clase unique de hombre: “Vosotros, los que habéis buscado ardientemente descubrir las leyes de vuestro ser, que habéis aspirado al infinito y cuyos sentimientos reprimidos han debido buscar un espantoso alivio en el vino y en el libertinaje, rogad por él.

De esa manera, la concepción de un poder interior surge en el hombre de su frecuentación con los niveles profundos de la psique donde se liberan los siddhis. La magia aparece entonces como la forma más temprana de creencia en energías espirituales y precede al animismo en el desarrollo de la religión. Es razonable suponer que el hombre “primitivo”, ignorante de la estructura psicológica de su propia naturaleza, llegó a la creencia en la existencia del alma o psique, a partir de su actividad paranormal.

El componente “primitivo” ha sido contenido y domeñado por convenciones de relativa solidez, de forma tal que la percepción ordinaria nos muestra solamente un mundo parcializado, un mundo de efectos, cuyas causas invisibles se hallan, como intuían los pueblos arcaicos, en otro “plano” de la realidad.

Para Rilke, el hombre es el desgarrado peregrino de un mundo visible y otro invisible. El primero conocido por los sentidos, el segundo accesible por la intuición y la visión espiritual. Uno tridimensional y discontinuo, otro multidimensional y continuo, sólo perfilado a través del lenguaje de los símbolos. El hombre que acepta únicamente el mundo fileísico, –pensaba el poeta– se desplaza como inmerso en el sueño y no supera un conocimiento literal. Se halla hipnotizado por el mundo de las formas, reacciona a los estímulos con respuestas estereotipadas y piensa que su ser es la suma de esa multitud de actitudes mecánicas. Sin embargo, detrás de esa niebla de gestos repetidos y palabras convencionales existe un grado de verdad que Rilke conoció por sus vivencias religiosas, por su capacidad para experimentar lo incondicionado; ese “momento fuera del tiempo’ que permite la visión unitaria­ del cosmos, el acceso al “yo” secreto y misterioso.

La vida psychological por debajo de la conciencia es un vasto organismo compuesto de varios estratos. “Nuestra­ conciencia –escribió Maeterlinck– consta de más de un grado y si los verdaderos sabios sólo se preocupan de la conciencia más o menos inconsciente, es porque ella está a punto de tornarse divina.

La sabiduría –piensa Rilke– consiste en haber frecuentado a la muerte, en aprobarla y vivirla con amor, toda vez que en su tránsito terrestre el hombre es sólo un transformador, cuya misión consiste en grabarse intensamente lo visible que lo rodea de manera tal que su esencia tome a renacer invisible. ¿Transformar?­ Sí, –insiste el poeta– porque tal es nuestro deber: “imprimir esta tierra provisoria y caduca en nosotros, tan profunda, tan dolorosamente, tan apasionadamente, que su esencia resucite en nosotros “invisible”.

Su presencia es el signo de una antigua armonía, de una vida más plena y profunda que mantenía corres­pondencias con el cosmos y disponía de facultades para captar la realidad que hoy se adelgaza y se degrada a través de los canales sensoriales.

Es natural, entonces, que el primer anhelo del hombre que ha reconocido la realidad de ese estado de sueño, esté determinado por la necesidad de despertar. Gurdjieff­ señala que el comienzo del trabajo para lograr la autoconciencia debe iniciarse con la recordación de sí mismo, pero afirma que sin la dirección de un hombre despierto que guíe el desarrollo de las faculta­des de la mente, será difícil acceder al tercer estado de conciencia. Mediante la autoobservación perma­nente se adquiere la certeza de que “yo es otro”. El “otro es el verdadero él, el verdadero ‘yo’, aquel que aparece en la vida sólo durante instantes muy breves y que puede convertirse en algo firme y permanente después de un largo for everyíodo de trabajo”.

Nos situábamos en su campo Visible y le dejábamos el tiempo necesario para volver del fondo de su sueño, esperando que su mirada nos encontrase por sí misma.5

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Nadie cree ya en el diablo oculto en la sombra del brujo, pero nadie se atreve a afirmar que el brujo es tan sólo un hábil prestidigitador. La realidad de la acción ocultista sobre el mundo debe ser admitida por el observador imparcial.fifteen

Estas Thoughts se han see this ido abriendo paso lentamente y han preparado el camino para una nueva comprensión de los mitos. Como afirma Steffens Soler, en un esclarecedor trabajo sobre los tiempos primeros, el mundo mitológico contiene una riquísima substancia espi­ritual, y su trama posee concepciones filosóficas, morales y artworkísticas que suponen abstracciones de gran poder.

A la zaga de Herder y de Baader, Novalis ha poetizado esa intuición organológica y simbólica de la naturaleza. Si la esencia del Todo organizado ha sido inculcada en el hombre por el Creador, existe un grado determinado de interdependencia entre lo infinitamente pequeño, representado por el hombre, y la infinita grandeza del universo.

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